Deja en paz a la mente y recobra los sentidos
Hemos dado demasiada importancia al intelecto en nuestra vida, y demasiada poca a nuestros sentidos. El pensamiento se nos muestra como la suprema actividad del ser humano, exclusiva y específicamente suya, mientras que los sentidos los comparte con el resto de los animales, y así son objeto de menosprecio, abandono y falta de confianza. Los “placeres de los sentidos” se oponen a la “dignidad del pensamiento”, y con eso llegamos a ser en la practica espíritus sin cuerpo o, peor, espíritus que se consideran oprimidos por el cuerpo. Hemos dividido en dos nuestro ser , y hemos perdido la mitad. Hemos perdido la “sabiduría animal”, el instinto de los sentidos, el equilibrio de la naturaleza, que es base y guía de todo desarrollo humano. Al quedarnos sin sentidos, nos encontramos “sin sentido” en medio de la vida, somos ciegos y sordos habiendo perdido la capacidad de ver y oir y oler y sentir, la capacidad de admirar y gozar que debería caracterizar a los hijos de la naturaleza y hemos trocado por una vil rutina a la que llamamos “existencia”, y luego nos quejamos de que la vida no merece la pena vivirse. Es hora de volver a descubrir las riquezas de nuestros sentidos, y a través de ellos la belleza caleidoscópica de la vida.